Todavía hoy sigo sospechando que el final de un año no es el fin de un ciclo, sino la continuación del tedio. Entre aburrimiento y hambre paso los días de este caluroso verano tucumano, en estos días aplacado por unos pequeños chaparrones, son las 22 y solo escucho el cooler de la computadora, un mosquito que vuela por mis orejas y los sapos que cantan afuera. No se que fuerzas me obligan a escribir esto, pero ya me comence a aburrir. En general me aburro rápido...
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